MARKY RAMONE

Durante el invierno del 78, siempre que tropezaba con Dee Dee en el CBGB me decía que debería unirme a los Ramones. Como si fuera tan sencillo como unirse al YMCA o la Unión por las Libertades Civiles. Me explicó que la banda tenía problemas con Tommy, su baterista, cosa que me fastidió un poco.

No quería que la formación original de los Ramones se separara. Yo era fan. Pero tampoco di mucho crédito a las palabras de Dee Dee. Estaba como una cabra y tendía a exagerar. Hay que estar como una cabra para liarse con dos mujeres psicóticas a la vez. Como un año antes, había estado viviendo en un apartamento con Connie, una violenta acosadora, prostituta y drogadicta. Dee Dee también tenía un lío con Nancy Spungen, la novia esquizofrénica de Sid Vicious, el bajista de los Sex Pistols. Cuando un día llegó a casa y encontró a Dee Dee en la cama con Nancy, Connie agarró una botella de cerveza vacía, la partió por la mitad y apuñaló a Dee Dee en el culo con ella. Sin embargo, cuando Johnny Ramone me convocó a una reunión para hablar sobre mi posible incorporación a la banda, aquello se volvió real.

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John me explicó algunas reglas, aunque quizá fuera más adecuado llamarlas pautas. Fueran lo que fueran, los Ramones nunca se colocaban antes de tocar. Yo tampoco. La vestimenta arriba y abajo del escenario eran chaquetas de cuero, tejanos y zapatillas. Ése había sido mi vestuario toda la vida. Dee Dee siempre da la cuenta al principio de la canción. Desde luego. Lo sé. No salimos de gira más de un mes seguido. Suena bien. Viajamos juntos y las novias son bienvenidas. Marion puede venir. Gracias.

Lo único que me confundió fue la prueba. Habría una en el local de ensayo de los Ramones. Pero John había hablado de normas y reglas como dando por hecho que yo ya era un Ramone. Entonces pensé, Me pidan lo que me pidan, les volaré la cabeza.

Por lo que sabía, Dee Dee no era el único que había hablado en mi favor. También Tommy lo hizo. De hecho, fue Tommy el primero en proponerme. Más allá de lo que hubiera sucedido entre él y el resto de los Ramones, Tommy seguía adorando a la banda y quería que continuaran. ¿Qué mejor modo de hacerlo que con un baterista profesional que sabía lo que se hacía? Cuando llegué a los Performance Studios de la calle 23 Este de Manhattan y tomé asiento, allí estaba Tommy, tras la batería que yo iba a utilizar. Era la forma más rara de celebrar una audición, un concierto o cualquier otra cosa que tuviera que ver con la música, salvo quizá si uno tocaba en los Grateful Dead. Le pregunté de qué iba aquello. «No te preocupes —dijo Tommy—. Es sólo por si necesitas un poco de ayuda.» «Gracias —dije—. Entiendo.» Sonreí discretamente a Tommy.

Lo había entendido. Las canciones I Don’t Care, Sheena Is a Punk Rocker y Blitzkrieg Bop estaban en el jukebox del CBGB, en mi estéreo y en mi mundo. Las había escuchado una vez más antes de presentarme allí, y bastó con eso. No era como aprenderse From a Dry Camel. Pero eran canciones fantásticas y yo estaba como Sheena y sus amigos: sobreexcitado y listo para lo que fuera.* Aun así, agradecí la preocupación de Tommy. Estaba guardándome las espaldas, literalmente. Dee Dee contó «One-Two-ThreeFour!» y nos lanzamos a tocar I Don’t Care. Era una de las canciones de rock and roll más puras que se habían escrito después del año 1962. Con un ritmo potente y pausado que subrayaba una progresión de acordes en mi, fa, sol, la, era una canción que cualquier novato podía sacar y que nunca se cansaría de tocar: la despreocupación por el mundo, o por la pareja de turno, era todo el mensaje servido en aquellos dos versos que se repetían una y otra vez como un mantra punk. La canción duraba un minuto y cuarenta segundos. En los primeros diez segundos ya habíamos encajado como banda. A los treinta segundos, la prueba —si es que alguna vez la hubo— había terminado. Estábamos relajados y sonrientes. El ensayo había comenzado. Y yo ya tenía trabajo que hacer.

Tomado del libro Punk Rock Blitzkrieg de Marky Ramone

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